En la Confederación Nacional Campesina anunciamos que más de 120 mil agrónomos de todo el país se suman a la campaña de Enrique Peña Nieto, candidato de la coalición Compromiso por México a la presidencia de la República.
De esta forma la mayoría de quienes integran el sector agropecuario y rural del país cerrarán filas en torno al también candidato presidencial del PRI a fin de lograr la reconstrucción y rehabilitación del campo mexicano, frente a la crisis productiva y comercial en que se encuentra actualmente el sistema alimentario nacional.
En reunión de trabajo con el comité directivo de la Confederación Nacional Agronómica que encabeza Lino Velázquez Morales, mostré la estrecha coordinación que habrá entre el Plan Nacional Electoral, El Plan Nacional de Activismo y la Movilización del PRI, así como el de Vinculación, para lograr una relación directa con la sociedad rural del país.
El objetivo es obtener una mayor eficiencia en la promoción del voto y un esquema de propuestas para que el próximo gobierno emprenda acciones de nuevas políticas públicas a favor del campo. Las diferentes organizaciones de profesionales relacionados con el agro y los grupos campesinos tienen la responsabilidad de apoyar al
candidato del PRI, porque es el único que garantiza la reconstrucción productiva.
La CNC y los agrónomos tenemos que reconstruir el campo mexicano, no solamente en cuanto a reestructurar el sistema financiero, la transferencia de tecnología y el avance de la ciencia para los campesinos, sino proponer instituciones que habían sido exitosas y que fueron desmanteladas, lo que dio lugar a la desarticulación de los agentes de la sociedad rural y la desintegración del tejido social del agro.
Lino Velázquez Morales coincidió conmigo en que el campo requiere de un nuevo rumbo y aseguró que los 120 mil agrónomos que encabeza están dispuestos a trabajar para devolver al agro su riqueza y desterrar a la miseria que han dejado las administraciones panistas. Propuso que los excedentes petroleros se canalicen en mayor medida al impulso del campo, en un monto mínimo del 10 por ciento anual de lo obtenido por las exportaciones.
El desarrollo rural sólo será posible si se emprende una política de Estado que permita mejorar las condiciones de producción; capacitar a todos los productores en un marco de atención prioritario para sí mismos y generar excedentes para la comercialización, además de reestructurar el sistema financiero de tal forma que se otorguen créditos con intereses preferenciales para los campesinos.
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