DEMANDA LA CNC QUE EL PROGRAMA CONTRA LA SEQUÍA NO SE QUEDE SÓLO EN PROMESAS

En la  Confederación Nacional Campesina demandamos que el Programa Integral para la Atención a la Sequía no se quede sólo en promesas y se aplique con la urgencia que demanda la población  afectada, pues el país exige recobrar la normalidad productiva en el agro.

Pido al gobierno federal voluntad política para dialogar con legisladores y líderes de organizaciones sociales, a fin de tratar de resolver los grandes problemas nacionales, antes de que México se deshaga y se resquebraje la vida institucional del país.

Durante el régimen panista los campesinos no han visto la suya y  hoy sus problemas se han agudizado con las sequías, heladas e inundaciones, el dirigente insistió al gobierno de Felipe Calderón Hinojosa en la creación de acuerdos para sumar esfuerzos y enfrentar los graves problemas que vive el país.
Sin embargo, lamento que desde el Congreso de la Unión se haya marginado a los diputados del sector agrario como una instancia de concertación, entre el Ejecutivo Federal y el Poder Legislativo.
Al parecer, lo que quiere el gobierno son “chivos expiatorios” y buscar culpables de sus ineficiencias, ya que el actual modelo de desarrollo está agotado y por  este camino no hay futuro para el país.

Si las autoridades no cumplen con lo prometido para enfrentar a la sequía, existe el serio riesgo de caer en movilizaciones radicales y, en algunos casos, hasta en estallidos sociales.

Se han enviado mensajes constantes a la actual administración federal desde las cámaras de diputados y de senadores con la finalidad de cambiar el rumbo económico, como han sido los casos de la firma del TLC con Perú; el Presupuesto 2012 del campo; y los  decretos legislativos aprobados por la mayoría en el recinto de San Lázaro para enfrentar los problemas de las contingencias climáticas.
No obstante, lamento que todo ello haya resultado inútil, cuando la escasez de alimentos básicos y la escalada en el aumento de precios ya están haciendo estragos en los estratos urbanos que consumen a diario estos bienes.

La soberanía alimentaria y seguridad nacional peligran como nunca, sobre todo por la insensibilidad del Gobierno de la República, que se niega a ofrecer alternativas y resultados a las carencias de la mayor parte de la población.

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